sábado, 23 de diciembre de 2017

Pulsiones de okupa.



  

Torreón y Palacio de Biota. Acuarela de 36 x 51 cms.
     Me gusta regalar acuarelas, a los incautos que no se aperciben del peligro, y ellos para no quedar mal conmigo, no tienen otro remedio que enmarcarlas y ponerlas en sus casas. Ahí ya conseguí la victoria, conseguí entrar en esos espacios cerrados, ajenos, donde hasta el aire está inventariado. Poco a poco, imperceptiblemente, se trata de ir colonizando la atmósfera de la casa, cambiando la música de las cosas sustituyendo los compases minimalistas y precisos de Satie por la perfección del fraseo y el contrapunto de Bill Evans.

Loughborough Tower Acuarela 36 x 48 cms
    Posteriormente, para comprobar mi logro, visito sus casas, con gran placer siento que sus espacios cotidianos son en gran parte míos, que es mi forma de ver las cosas la que ocupa sus paredes. Ellos no se dan cuenta pero están permitiendo que los okupe.  De momento son nada más que las paredes lo que invado pero con el tiempo ya veremos.

Iglesuela del Cid. Acuarela de 46 x 61 cms.
  


Cantavieja. Acuarela de 36 x 48 cm


   

    De esta manera sibilina, lenta, en la que parece que nada ocurre, sin grandes alharacas, consigo sin embargo mis propósitos. 
    Incluso paso por ser una persona desprendida, generosa cuando es todo lo contrario, no doy sino que me apropio de las cosas.  
     Así de forma inopinada he conseguido invadir espacios incluso de otros países como Francia o Reino Unido. Eso sí que es colonialismo imperialista en toda regla; en nuestro propio territorio comportándome como una mancha de aceite que se extiende lentamente estoy ya presente en poblaciones tan exóticas como lo son Biota, Corralejo, Herreros de Jamuz, Santander o Barcelona. Y amenazo en que la cosa no quede ahí. Ya veremos.
    



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