¡Yambambó, yambambé!
Repica el congo solongo,
repica el negro bien negro;
congo solongo del Songo
baila yambó sobre un pie.
Mamatomba,
serembe cuserembá.
El negro canta y se ajuma,
el negro se ajuma y canta,
el negro canta y se va.
Acuememe serembó,
aé
yambó,
aé.
Tamba, tamba, tamba, tamba,
tamba del negro que tumba;
tumba del negro, caramba,
caramba, que el negro tumba:
¡yamba, yambó, yambambé!
Repica el congo solongo,
repica el negro bien negro;
congo solongo del Songo
baila yambó sobre un pie.
Mamatomba,
serembe cuserembá.
El negro canta y se ajuma,
el negro se ajuma y canta,
el negro canta y se va.
Acuememe serembó,
aé
yambó,
aé.
Tamba, tamba, tamba, tamba,
tamba del negro que tumba;
tumba del negro, caramba,
caramba, que el negro tumba:
¡yamba, yambó, yambambé!
Me parecía interesante volver sobre la figura humana y este jóven músico me parecía un buen motivo para hacer en acuarela. Como no es de la familia, por mucho que yo lo aprecie, no existe problema con el parecido. No obstante tendréis que pasar por mi palabra si digo, o mejor escribo, que sí se parece mucho al original. Me ha gustado tanto hacer el trabajo como el resultado. Quizás no sea la única acuarela con músicos callejeros como motivo que pinto.
La percusión me ha traído inevitablemente el recuerdo de la poesía percusiva de Nicolás Guillén, el poeta negro cubano de Camagüey que utiliza las onomatopeyas como notas percusivas en los poemas creando un gran ritmo musical.
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