Revolotean
las hojas de los chopos
besando al viento.
Ya en la última etapa de este caluroso verano quiero pintar unas estampas del paisaje de Herreros de Jamuz. Comienzo con una de las vistas de nuestros paseos dominicales, volviendo de Tabuyuelo por el camino que llaman de la Proncilla. A menudo los paisajes más comunes, menos impresionantes aparentemente, son los que más nos satisfacen por su cotidianidad. Me gusta como ha quedado, especialmente la luz.
Por la Proncilla,
casi pisando el puente,
se atisba Herreros.
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El camino de la Proncilla, al fondo Herreros. Acuarela de 40 x 30 cms. cobre papel Hahnemülhe de 300 grs. |
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Son las barreras
con sus cárcavas de arcilla
un bello obstáculo.
Esta segunda acuarela es de una vista de las Barreras, una collera arcillosa que separa a Herreros del valle vecino donde está Tabuyuelo. En la base
de las barreras están los campos y luego las laderas invadidas de
encinas y quejigos
refugio en estos momentos de corzos y jabalíes. Las barreras tienen
cárcavas fruto de la erosión de las aguas que las hacen si cabe más
estéticas. Recuerdan el paisaje de Las Médulas. La fotografía de la que
he partido para pintar la acuarela la hice en uno de los paseos
dominicales que hacemos Avelina y yo. |
Una vista de las Barreras. Herreros de Jamuz. Acuarela de 40 x 30 cms. sobre papel Hanemülhe de 300 grs.
El Rugidero la pétrea resistencia a espacio y tiempo. La tercera de las estampas de Herreros, El Rugidero. Es una formación rocosa que se ubica entre los términos de Herreros y Quintana y Congosto al pie de la carretera. Parece un vestigio de la dureza de otros tiempos.
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El Rugidero. Acuarela de 40 x 30 cms. sobre papel Hanemülhe de 300 grs_ A partir de una fotografía propia |
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